lunes, 4 de mayo de 2015

Crónica Informativa - Jairo Mio

En Paraná

Se realizó un debate sobre drogas para presentar la Revista Mal de Ojos



    La denuncia de la complicidad del Estado, la carencia de un protocolo de acción articulado para atender a los jóvenes, y el rol de la Policía fueron los temas más resonantes de la disertación, que contó con la participación de profesionales del área, una docente, y la madre de una víctima de las adicciones. La actividad se llevó a cabo, hoy a la tarde, en el Auditorio de la Facultad de Ciencias de la Educación, y tuvo por objeto inaugurar el noveno año de la publicación que forma parte de un proyecto de extensión universitaria.


De izquierda a derecha: José Amado, Mario Elizalde,
Pablo Barbirotto, Mónica Olivera, Nora Mian, y Aixa Boeykens
    El panel estuvo compuesto por: Pablo Barbirotto, defensor de Pobres y Menores del juzgado de Paraná; Mario Elizalde, médico miembro del SELCA (Secretaría de Lucha Contra las Adicciones); Nora Mian, profesora y rectora de la Escuela Secundaria Nº 3 Mons. Dr. Abel Bazán y Bustos; José Amado, periodista de la sección policiales del Diario Uno; y Mónica Olivera, madre de un joven con problemas de adicción del barrio Lomas del Mirador. Además, el espacio contó con la especial participación de dos alumnos avanzados de la carrera de Comunicación Social: Nahuel Amore y Paulo Palacios, quienes expresaron al atento auditorio las dificultades que conlleva abordar estos temas desde un enfoque periodístico. Junto a todos ellos, para moderar el debate, se desempeñó Aixa Boeykens, directora de la Revista Mal de Ojos.
    Las falencias de articulación entre los organismos estatales, desde la prevención hasta la recuperación del adicto; la tardía intervención de la Justicia; la carencia de garantías en materia de seguridad para las personas que denuncien a los que venden droga; y la falta de un protocolo de acción conjunto, son algunos de los ejes sobre los cuales discurrió Pablo Barbirotto. Aclaró, también que la solución al problema no está en el aislamiento o el encarcelamiento del joven, sino en un trabajo mancomunado entre Educación, Salud, y Justicia: “Pretender solucionar un problema de salud mental, un problema social, con el código penal no solamente es inútil sino, que desde mi punto de vista, es una locura”, concluyó.
El médico miembro de SELCA: Pablo Elizalde
    Por su parte, el doctor Mario Elizalde comentó que ninguna de las carreras universitarias relacionadas con la salud produce los profesionales idóneos para asistir a los adictos, ya que no conocen realmente la problemática en su totalidad  —por ende, su accionar es nulo o cuanto menos deficiente. “No tenemos ni la menor idea en la prevención de las adicciones” dijo, ante la atónita mirada del público, cuando se refirió a los egresados de las facultades de Medicina, Psicología, y Enfermería. Aprovechó para aclarar que esas universidades deberían incluir en su curricula materias que puntualicen el tratamiento de las adicciones. Sostuvo, también una mirada escéptica sobre el funcionamiento de las comunidades terapéuticas: “en la década del noventa fue un negocio fabuloso, en la Argentina y en el mundo, te meto preso, te someto a un rigor de rutina casi militar y luego de un año, o del tiempo que fuese te devuelvo a tu medio donde la igualdad de pares condena a ese chico que vuelve a su entorno, lo matamos”.  Repudió la supuesta especificidad de estos espacios en el tratamiento de los adictos, y reafirmó que la única solución posible es la internación en un hospital debido a su rol puntual y variedad de prácticas.
Ante la notoria evasión discursiva de Elizalde sobre la problemática y sus posibles soluciones, una persona del público preguntó acerca de su rol como funcionario, y él respondió cínicamente: “Yo te insisto, soy Ministerio de Educación, acá debería estar posiblemente el secretario de Salud, la directora de Salud Mental y Adicciones, que son encontrables, porque es un área que yo no domino, no tengo conocimiento. Nuestra secretaría diseña programas preventivos” volviendo denso el aire que envolvía a los oyentes presentes en el Auditorio Rodolfo Walsh.
    En tanto a la pasividad y el deficiente accionar de las autoridades en materia de políticas públicas referidas al tema droga, José Amado calificó al Estado de “bobo” sobre todo para referirse a la complicidad de la fuerza policial de la provincia, y la carencia de garantías brindadas a los que denuncien hechos de esta naturaleza. Destacó, en su rol de trabajador de prensa, la carencia de estadísticas oficiales, o el ocultamiento de las mismas desde las altas cúpulas. En ese sentido, aportó datos estadísticos de su autoría que ayudan a comprender el fenómeno narco en Paraná: De los catorce fallecidos en la ciudad en lo que va del 2015, doce son del mismo barrio y se conocían entre sí. El promedio de edad de los occisos es de veintiséis años, y el de imputados ronda los veinte años. Considerando la naturaleza de esos crímenes, Amado no pudo relacionarlos con el ajuste de cuentas entre bandas, o la disputa de un punto de venta, pero en todos hay un trasfondo relacionado con el narcotráfico, o el consumo de sustancias. Se suma a este fenómeno la pérdida de “códigos” de los punteros, que no sólo ya no protegen a su gente sino que venden droga a los adolescentes vecinos sin ningún miramiento, y hasta los equipan con armas de fuego ocasionando que una pelea, que antes era a golpes de puños, ahora se resuelve gatillando.  Invitó también a no naturalizar crímenes en las zonas más carenciadas de la ciudad diciendo: “Cada vez que hay un muerto en un barrio parece que decimos que es uno más, no es lo mismo informar sobre un muerto en Anacleto Medina que uno en el centro, es así”, y destacó la aparición de una nueva figura en este entorno narco: El soldadito. “Son pibes fundamentalmente excluidos del sistema sanitario, educativo, laboral en su entorno familiar, preso del consumo de drogas, carne de cañón de los narcotraficantes, desechables y descartables cuando cumplen la mayoría de edad, por una cuestión de imputabilidad”. Mientras tanto, Mónica Olivera asentía con la cabeza viendo como el cuadro de situación que describía el periodista también era el suyo, el de su hijo, el de su barrio.
Aproximadamente unas cincuenta
personas asistieron al panel
    Por su lado, Nora Mian brindó un pantallazo de la problemática desde el punto de vista educativo, esbozando una estadística personal “más del cuarenta, o cincuenta por ciento de la población estudiantil tiene, o ha tenido, contacto con la droga en los barrios donde yo trabajo”, sumado a esto argumentó que los jóvenes a su cargo tienen problemas con la justicia por estar presos de la venta, y el consumo. Bajo la atenta mirada comprensiva de Mónica Olivera, Mian expresó que todos en el barrio conocen quien se dedica al expendio de estupefacientes, incluso saben dónde, pero nadie se atreve a denunciar por miedo a represalias. Argumentó que la Policía de la ciudad está al tanto de estas situaciones, pero no interviene porque muchos de sus efectivos reciben una tajada de los beneficios para hacer mirada omisa. “La aparición de la droga es el síntoma de un tejido social roto, una relación de poder que mira para otro lado”, concluyó.
    En referencia a las vivencias personales, el panel contó con la presencia de Mónica Olivera, que describió el problema con las adicciones que padeció su hijo adolescente. Al cual vecinos lo convidaron con marihuana bajo el pretexto del sentido de pertenencia del barrio. “Uno como papá nunca cree que su hijo está consumiendo, porque vos le diste todo, no le falta nada, fue muy difícil, muy duro para mi darme cuenta… mi hijo me la disfrazaba cuando lo miraba” expresó con voz titubeante y temblorosa mientras Nora Mian la miraba atenta. Olivera aprovechó para denunciar la inutilidad de la Ley 26.657 de Salud Mental, ya que el proceso de internación es voluntario, y si la persona no reconoce su consumo como un problema no hay tratamiento posible por esa vía.

Novena edición de la Revista Mal de Ojos


Tapa de la edición N°9
    El panel también contó con un espacio para la presentación de la publicación gráfica. Ésta forma parte de un Proyecto de Extensión de la Curricularización llamado “Periodismoen la Universidad y en la Escuela Secundaria”, encabezado por la Facultad de Ciencias de la Educación, e impulsado desde la cátedra del Taller de Producción Periodística perteneciente a la carrera de Comunicación Social. La revista es dirigida por Aixa Boeykens, quien articula los contenidos producidos por los alumnos para la publicación.
Se hicieron presentes en el panel dos redactores que participaron en la creación de informes periodísticos para esta edición. Nahuel Amore, comenzó su disertación destacando el eje central de su nota sobre la droga entre los adolescentes de la ciudad: “Los jóvenes son los más vulnerados, y a la vez los que el sistema más vulnera, es un doble proceso, no tienen problemas en mostrar lo que les sucede…”, expresó. Comentó sobre como realizó su investigación periodística enfocándose en la marihuana, evidenciando esta simpleza de los jóvenes paranaenses a la hora de hablar de drogas, donde las compran, y donde las consumen. Marcó también la diferencia que hay entre el discurso juvenil y el de los adultos, quienes temen hablar de la situación del barrio por miedo a represalias posteriores. Reparó también en la carencia de estadísticas oficiales en la provincia, y si las hay la dificultad que representa el acceso a las mismas por la poca voluntad administrativa.
De izquierda a derecha: Nahuel Amore, Paulo Placios,
y Aixa Boeykens
Para aportar una perspectiva regional del tema se contó con la presencia de Paulo Palacios de Santa fe, quien comentó sobre el enfoque periodístico particular que le dio a su informe: “Lo que intenté yo fue darle voz, darle un espacio al actor social que más sufre esta problemática que son los adolescentes. Me pregunté de que me servía una definición de la Organización Mundial de la Salud, o una estadística del SEDRONAR (Secretaría de Programación de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico) sobre adicciones y consumo, o sea, tiene un valor argumentativo que es primordial a la hora de la realización de un informe pero de que me sirve si yo no voy a buscar la opinión de los jóvenes involucrados”, explicó. Mediante este enfoque lo que intentó fue demostrar el lado humano de la problemática, y permitirle alzar la voz a las víctimas del consumo, que los medios masivos no escuchan.


Palabras utilizadas: 1.706


El audio del panel completo disponible aquí debajo:


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